Al iniciar cualquier proyecto o trabajo, solemos  ser conscientes  más o menos  de las posibilidades del mismo, y tener una dosis alta de entusiasmo, que va a ser el carburante que nos dará energía para encarar todas las tareas necesarias, sintiéndonos receptivos y animados.

Es de vital importancia ser conscientes en todo momento de nuestro estado interno del cual depende la calidad de nuestra contribución  y éxito del proyecto.

Según la propuesta de Dragon Dreaming, todo proyecto transita por cuatro fases: soñar, planificar, hacer y celebrar. Al ser  un modelo fractal,  cada fase contiene a las otras.

El equilibrio de estas fases en nuestro día a día, es de vital importancia para no entrar en el desgaste, estrés  y desánimo. Con el paso del tiempo, y sin ser conscientes de estas fases, uno suele entrar en la dinámica diaria donde el planificar y hacer suele dominar los proyectos y nuestro trabajo, sumándose la importancia de las relaciones entre compañeros.

Sin trabajar  la integración con estas fases, nuestra energía y la energía del sistema, nuestra consciencia empezará a perder intensidad, la concentración irá debilitándose, y la energía empezara a desviarse hacia pautas emocionales habituales no contributivas.

Se reducirá entonces el campo abierto de posibilidades que teníamos al principio, relegándolo a nuestro pequeño mundo de limitaciones y creencias ya conocidas.

Una vez instalados en estos roles, es necesario un trabajo profesional con un coach, para que nos acompañe a conectar con  la energía del inicio, con nuestro sueño, el entusiasmo y contribuya a que generemos nuevas posibilidades.

Un método para detectar y tomar consciencia de si hemos perdido esta consciencia y conexión con nuestro trabajo y proyecto en el que participamos, es detectar lo que denomino “los enemigos del aprender”. Estos roles nos encierran en un nivel de escucha único que corresponde a nuestros juicios y creencias, sin dejar espacio para ampliar visión y oportunidades.

Será necesario entrar a examinar estos roles sin miedo a investigarlos y con la valentía de reconocerlos para transformarlos.

Una fórmula para reconocer “los enemigos del aprender” es observar cómo se manifiestan en otras personas. Observarlos en uno mismo no es tarea fácil, ya que nuestro universo suele estar teñido de esa creencia misma. Al observarlo en otra persona, acelera la comprensión y la toma de conciencia sobre cual solemos encontrarnos  nosotros.

Nombro a continuación sin intención de poner etiquetas, a distintos “personajes, roles” únicamente con la finalidad de recordar, identificarlos y facilitar el aprendizaje.

Cada personaje tiene su propia conversación interna, que se traduce en su comportamiento y actitud, y que de no desactivarla, impactará en el sistema, mermando “la empresa que aprende”  y  gastando mucha más energía de la necesaria, apagando fuegos ,  y no encauzándola hacia la consecución de objetivos.

 

Recordar también que es posible que incorporemos más de uno y con distinta intensidad.

 

 

 

Veamos algunos ejemplos, según una propuesta de Tharthang Tulku.

El beligerante

Conversación interna (CI)  “Trabajo duramente sin recibir ningún reconocimiento por ello ¿Por qué debería esforzarme más?

El despreciativo

(CI)  “Ya me he ocupado de eso. Nadie tiene que recordármelo. Tengo cosas más importantes que hacer”

El agobiado

(CI) “Ya tengo muchas cosas que hacer. No puedo aceptar ningún otro trabajo, parece mentira que no lo vean”

El descontento

(CI)  “No puedo creer la desorganización y la falta de profesionalidad de estas personas. Este proyecto va hacía el desastre” “No sé cómo pueden trabajar de esta forma”

El soñador

(CI)  “Si las cosas fueran un poco distintas, podría tener éxito”

El desertor

(CI)   “Todo el esfuerzo que estamos haciendo y esto no marcha, nos cuesta mucho, no tenemos recursos ni somos hábiles, estoy súper agobiado, me parece que ha llegado el momento de terminar”

El fanfarrón

A veces ante la posibilidad de fracasar, intentamos convencernos a nosotros mismos de que lo hacemos bien, distorsionando la realidad y poniendo nuestras fantasías.

(CI)  “Mañana será mejor” “Más tarde lo conseguiré””Si quisiera ahora podría, pero…”

El creyente ciego

Cuando los problemas nos sobrepasan podemos entrar en la conversación de  (CI) “Si tengo fe” “todo acabará bien” “Alguien encontrará la solución” no accionando consciente de la realidad presente.

El agnóstico

Este personaje puede tener diferentes conversaciones, pero toda ellas, suelen debilitar  las posibilidades de éxito.

(CI)  “Es inútil, yo de cualquier manera no podría conseguirlo” “No existe ningún valor por el cual vale la pena luchar, ni nada importante a alcanzar” “Aunque lo haga bien nadie lo va a reconocer”

 

Cuando la dinámica de la organización es solventar crisis, la energía aplicada en resolverlas es restada  a la energía en conseguir nuestras metas.

Todos los comportamientos de estos personajes, restan energía para conseguir resultados y metas.  Es hora entonces de empezar a mirar el futuro que queremos crear, la metas que queremos alcanzar, reflexionar y aprender  de las decisiones, acciones y  comportamientos  de todos los participantes en el sistema.

La conciencia, un liderazgo que conecte la visión, con valores, con coherencia, que destaque las competencias de todo el equipo, que cree retroalimentación, interdependencia, que fomente el aprendizaje y favorezca los recursos necesarios para alcanzar los objetivos, hace que la energía de estos  “personajes”  se redirija hacia la creatividad, la innovación y generación  de nuevas oportunidades.

 

Entonces el proyecto seguirá vivo y habrá servido para que todo el equipo crezca tanto a nivel  personal como profesional.

Este es un proceso donde la intervención de un coach profesional, puede dinamizar y llevar a todo el equipo a descubrir como desatar los nudos, aprender de ello y a encontrar la excelencia para alcanzar sus metas.

 

Llorenç Torrades

 

www.llorenctorrades.com

www.vision3r.com

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